Este fallo judicial representa un duro golpe para los inmigrantes en Estados Unidos. La jueza federal decidió no bloquear las redadas de ICE en lugares considerados sensibles, como iglesias, hospitales y escuelas. Esta decisión ha desatado una ola de preocupación entre grupos religiosos y activistas, quienes temen que estas acciones pongan en peligro a las personas que buscan refugio y apoyo en esos espacios.
Durante más de treinta años, estos lugares habían sido protegidos de las operaciones del ICE bajo una directriz que garantizaba su carácter seguro. Sin embargo, con este nuevo panorama, los agentes de ICE tendrán mayor libertad para actuar en estas áreas. La jueza Friedrich argumentó que no había pruebas sólidas de que estas redadas estuvieran dirigidas específicamente contra instituciones religiosas, lo que dejó desprotegidos estos espacios.
Las organizaciones religiosas que lideraron la demanda están alarmadas por las consecuencias de esta política. Consideran que crea un ambiente de miedo que aleja a los inmigrantes de participar en actividades religiosas o buscar apoyo en momentos difíciles. Este cambio en la política migratoria refleja un giro importante que impactará a comunidades vulnerables en todo el país.