Etiopía se ha convertido en un destino sorprendente para las empresas de minería de bitcoin, y no es casualidad. Su electricidad, que proviene principalmente de fuentes hidroeléctricas, es una de las más baratas del mundo, lo que reduce drásticamente los costos operativos de estas compañías. Además, el clima fresco del país disminuye la necesidad de sistemas de enfriamiento para los equipos, lo que resulta en ahorros adicionales. Curiosamente, aunque el comercio de criptomonedas está prohibido en el país, la minería de datos sigue siendo legal, un vacío legal que ha atraído a empresas de China, Estados Unidos y Rusia.
El gobierno etíope, por su parte, está aprovechando esta tendencia como una oportunidad económica. En 2024, la empresa estatal de electricidad recaudó 55 millones de dólares gracias a estas operaciones y se espera que esta cifra se duplique este año. Incluso, el Banco Nacional de Etiopía está considerando la creación de reservas estratégicas de bitcoin, lo que podría dar al país una ventaja en el escenario financiero internacional y atraer más inversiones extranjeras.
Sin embargo, no todo es perfecto. Aunque la minería de bitcoin genera ingresos importantes, también plantea riesgos, como el impacto ambiental y la posible presión sobre los recursos energéticos locales. A pesar de estos desafíos, Etiopía se está consolidando como un actor emergente en el mundo de las criptomonedas, demostrando que incluso los países en desarrollo pueden tener un papel relevante en esta industria global.