Cuando hoy el MTC descorre el telón del Tren Grau, no solo presenta un trazado ferroviario: invita a imaginar una costa unida como nunca antes. Con un presupuesto de US$32.000 millones, este colosal emprendimiento iniciará en 2026 la primera etapa entre Lima e Ica, desafiando quebradas y laderas con viaductos y túneles de ingeniería de punta.
A lo largo de 2.400 kilómetros, las locomotoras resonarán en Tumbes, Piura y Lambayeque; en La Libertad y Áncash; en el vaivén de Lima e Ica; y finalmente en Arequipa, Moquegua y Tacna. Cada estación será un punto de inflexión: un nuevo polo de desarrollo donde convergerán comerciantes, turistas y productores agroindustriales ansiosos por los tiempos cortos y el flujo constante de mercancías.
“El Tren Grau transformará nuestra manera de habitar la costa”, proclama un alto funcionario del MTC. Y no exagera: con la meta de 30 millones de pasajeros y 61,5 millones de toneladas de carga al año, la vía no solo será vía de acero, sino columna vertebral de un renacimiento económico y social regional.
Para el conductor, el agricultor y el empresario, cada kilómetro puesto en rieles será un triunfo contra la dispersión geográfica. Para el urbanista y el planificador, el tren será la arteria que impulsará nuevos polos de crecimiento. Cuando el último tramo se active, en Tacna, el Perú contemplará su costa ya no fragmentada, sino unida por el impulso incesante del progreso ferroviario.