El viernes 27 de marzo de 1964, a las 5:36 p.m. hora local, Alaska vivió uno de los episodios más estremecedores de su historia. Un terremoto de magnitud 9,2 sacudió la región de Prince William Sound durante más de cuatro minutos, convirtiéndose en el segundo más potente jamás registrado en el mundo.
La fuerza del sismo generó un tsunami con olas de hasta 67 metros, que arrasó comunidades costeras y dejó un saldo de 139 víctimas mortales. Anchorage, la ciudad más grande del estado, sufrió graves daños estructurales, mientras que localidades como Valdez y Chenega fueron prácticamente borradas del mapa.
Este evento no solo marcó un antes y un después en la historia sísmica de Norteamérica, sino que también impulsó avances científicos fundamentales en la comprensión de las zonas de subducción y los riesgos geológicos.